martes, 6 de mayo de 2014

Seamos deportivos!


Siempre me he sentido muy tentado a escribir sobre este tema y desahogar mi grito interior que pretende ensalzar la actividad deportiva no sólo como un juego saludable, sino también como una paradoja de la vida por la que caminamos día tras día.
Y es ahora, en los días en que puedo verme obligado a poner punto y final a 20 años de trotes, cuando recuerdo con melancolía todo lo que me ha aportado el deporte en general y el juego en equipo en particular:
  • Compañerismo: En el deporte, como en el resto de actividades de nuestra vida, estar bien rodeado permite mejorar tu rendimiento, trabajar como un “todo” y conseguir tus objetivos y metas. He experimentado el compartir vestuario con grupos unidos y con grupos fraccionados, e independientemente del talento, que en ambos lo hubo, la diferencia a la hora de conseguir resultados es incuestionable.
  • Respeto: Hacia tus rivales, (nunca enemigos), hacia el árbitro o juez y por último hacia tus propios compañeros. Reconozco que no es exactamente esto lo que enseñan padres, entrenadores y espectadores en los miles de campos alrededor de España. No siempre hay buen ejemplo, pero la posibilidad de poder ver un comportamiento incorrecto e irrespetuoso también puede hacer pensar al individuo sobre como contrarrestarlo.
  • Sacrificio: En un equipo y en el día a día, en ocasiones tienes que hacer una labor desagradecida, poco reconocida, invisible para la mayoría. Son aquellas acciones indispensables, necesarias e importantes, pero poco vistosas. Sabes que nadie te lo agradecerá, pero da igual, tu participación, y el resultado de la misma, son vitales para tu equipo, ya sea deportivo, laboral o sentimental. El trabajo en grupo exige entender esto, da igual que sea en un campo de fútbol, en un despacho de oficina o en el escenario de una cita.
  • Aprender a perder: Lo más divertido e interesante que hay en esta vida es disfrutar de la emoción de no saber el resultado, arriesgar sabiendo que puedes fallar y por tanto perder, así es el deporte y así es la vida. A todos nos ha tocado perder alguna vez y nos seguirá tocando. Pero lo que hay que aprender es a saber llevarlo con deportividad, entereza, dignidad e interiorizar la lección que hemos recibido. Sin todo esto, no sólo habremos perdido una “batalla”, también habremos perdido una oportunidad para aprender.
  • Y saber ganar: Aunque pueda parecer fácil, no lo es, a veces es más difícil que perder. La vanidad, el rencor, la sed de venganza y la soberbia empequeñecen nuestro éxito y nos impiden mejorar incluso en el triunfo. El deporte te enseña a controlar tu arrogancia y potencia el auto control para enseñarnos la importancia vital de la humildad en nuestros “minutos de gloria”.
Un tan Nelson Mandela dijo una vez que “el deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales.” Su selección de rugby ganó la copa del mundo en 1995 cuando nadie esperaba que pasase de primera ronda. El deporte unió a su país y dio una lección al mundo.