domingo, 11 de diciembre de 2016

Siendo un cínico


Las grandes personas son como el fuego, conviene no acercarse mucho ni alejarse demasiado”


Descubrí hace poco la verdadera historia de Diógenes de Sínope, el filósofo griego que da nombre al síndrome o trastorno, caracterizado por el abandono personal y social. Para que quede más gráfico, el despojo que ves en el espejo la mañana de resaca.

Sin embargo, cuando profundizas encuentras mucho más y muy entrelazado. Se trató de uno de los seguidores más acérrimos de la escuela cínica, concepto totalmente opuesto al significado actual. Consideraban que la felicidad estaba acorde con la naturaleza y que el hombre ya llevaba en si mismo todo lo necesario para ser feliz. Son famosas sus excentricidades e irreverencias públicas, como practicar en público todas las necesidades biológicas que se nos ocurra imaginar. Si! Esa también!


Es un personaje muy útil, tanto por su vertiente de trastorno y desorden como su vida desprendida de todo aquello que le causaba infelicidad... ¿o acaso no irán ambas unidas? Tampoco exageremos! Aún así, cuando vas cumpliendo lustros te empiezas a cuestionar los elementos que te rodean y que no te proporcionan comodidad ni felicidad. Si os desprendéis de todas ellas… seréis unos cínicos! como Diógenes, … un despojo.
Qué paradoja! Cuando te encuentras nadando lejos de la cresta de la ola, te pones a mirar a tu alrededor y observas la cantidad de elementos que podrías desprenderte para ser más feliz. Ante eso tienes dos opciones, alejarlos de tu vida… y te conviertes en un cínico, o mantenerlas… y te conviertes en un loco con síndrome de Diógenes.

Pero en realidad no es culpa nuestra, al menos en parte. La inundación actual de todo tipo de actividades, eventos, trabajos, personajes, jefes, amigos, objetos, costumbres, hobbies, relaciones, sueños, postureos, insatisfacciones, mensajes, metas, desafíos… ¿sigo? adversidades, problemas, encrucijadas, imposiciones, proyectos, aventuras, necesidades innecesarias... nos confunden y ya no sabemos qué es lo que realmente nos sobra… Para eso hay que reflexionar y recortar, (aquí si que mola la palabra recortar).

En mi último viaje a India, Noviembre pasado, decidí llevar únicamente una pequeña mochila con sólo lo justo. Metí para dos semanas 5 camisetas, aunque hay que descontar una blanca que me manché de tomate el segundo día y la que llevé puesta durante las 22 horas del viaje de ida. El resto rotaron durante mi estancia. No tuve tiempo de lavar nada, estaba más pendiente de disfrutar. Pero tranquilos que llevé más repuesto de ropa interior, concretamente para 6 días. Y confieso lo a gusto y feliz que estuve... la duda es si comparten opinión l@s que estuvieron a mi lado.
De esta manera, habría que parecerse a Winston Smith, qué gran personaje! Y romper con las cadenas que nos atan y nos sobran, y así convertirnos en cínicos, pero como Diógenes, no como Pablo Iglesias.


“En un tiempo de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario”

domingo, 28 de febrero de 2016

Espiando a mi vecina

Se llama Lorea, su cumpleaños es el 15 de Mayo y lo que más me gusta de ella es su seguridad en sí misma.

Hace poco tuve una discusión con unos amigos acerca del complejo equilibrio entre la intimidad de los usuarios de internet y la seguridad nacional o global. ¿Es correcto asumir que se pueda espiar nuestros mensajes, navegaciones, móviles etc en favor de fortalecer la protección de un Estado? Creo que se trata de una peligrosa balanza donde, desde los atentados del 11-S, se ha potenciado una tendencia a invadir nuestra intimidad con la justificación de la seguridad. Estoy de acuerdo en el importante papel que hacen nuestros servicios secretos, (en concreto los españoles están realizando un trabajo increíble), pero no comparto el precio tan alto que nos piden pagar. El argumento más pueril que he oído se basa en la idea que si no tienes nada que esconder qué más da que accedan a tu información. Error! Eso se llama sometimiento, y por supuesto que tenemos algo que esconder, o al menor sólo compartir a decisión nuestra, nuestra vida e intimidad. Que nadie se engañe y piense que no tiene nada de interés para los servicios secretos, hackers, crackers o multinacionales, este mundo no funciona así, su estrategia es diferente. Primero obtengo tu información y luego ya veré si me sirve. 
El colmo del “Gran Hermano” es la vigilancia parental, traducida en aplicaciones dirigidas a controlar a hijos, (o amigos, parejas, exparejas, obsesiones etc.), tales como find my friend, MSPY, PcPandora o Webwatcher entre otras. Control. Robo. 

Y para avanzar en esta reflexión habría que preguntarse, ¿tenemos alguna manera de defendernos?¿de proteger nuestra intimidad? La respuesta es no, pero con matices. Podemos ponerle trabas al “ladrón” que puedan disuadirle, pero es realmente difícil securizar nuestro perfil de internet dentro del estilo de vida actual que llevamos. 

Me estoy terminando de leer “Los hombres que susurraban a las máquinas”, de Antonio Salas, (el autor de Diario de un Skin). Un libro menos paranoico de lo que esperaba pero que si te enseña algunas premisas menos conocidas. Desde nuestros navegadores tenemos acceso al 4% del contenido que hay en la web, nada más. El resto, se encuentra en redes como TOR, un sistema paralelo a internet que proporciona a sus usuarios privacidad y anonimato en la navegación, (no recomendado para quien no sepa lo que hace). Y es ahí donde se agrupan, además de espías, servicios secretos, vendedores de armas etc. las mentes más depravadas e inhumanas que hayamos podido imaginar. Y es en este punto donde quiero pedir a todos los que me lean que no cuelguen en las diferentes redes fotos de sus hij@s, sobrin@s, en definitiva menores, tanto si es en bañador como vestidos tan normales. Hay un verdadero mercadeo en esos intramundos, (lo he visto yo mismo), donde gente degenerada paga auténticas fortunas por muchas de esas fotos que nos parecen tan normales e inocentes...


Por tanto, propongo que “entremos en casa” de Lorea, la red social programada durante el 15-M, que busca proporcionar esa seguridad que redes como Facebook, twitter, instagram etc. no nos dan. Ya lo dice el escritor Milan Kundera, “la persona que pierde su intimidad lo pierde todo”.

domingo, 10 de enero de 2016

Nuestra lucha


Hace más de un año tuve la oportunidad de visitar el fascinante subcontinente Indio. En realidad sólo estuve en una ciudad del estado de Kerala, al sureste. Se trata de una región con una ideología predominante comunista. Una de las imágenes que más me llamó la atención fueron las numerosas inscripciones que se podían ver por las calles donde compartían muro la hoz y el martillo y la esvástica hindú.

Cuando nos encontramos en un momento revuelto, con Europa en general y Alemania en particular sumidos en dudas existenciales, se presenta, (o reedita), ante el mundo literario un libro tan polémico como Mein Kampf.

La obra del dictador germano ha estado prohibida en su país durante más de 60 años, lo que no significa que sea difícil tener acceso a un ejemplar. Sin ir más lejos, un servidor ha tenido la oportunidad de leerlo sin mucha dificultad, buscando a través de internet.
Consiste en una autografía que desemboca en un ideario extremo cuyas consecuencias hay que conocer. Cierto es que oculta episodios polémicos de su vida, tales como su época en Viena donde se agarró a la prostitución gay o sus más que seguros orígenes judíos, pero bueno, quién contaría en sus memorias sus momentos más escabrosos, si ni siquiera el respetado Nobel Stefan Zweig fue capaz de recoger en “El mundo de ayer” su depravación sexual.

Estoy a favor de permitir a nuestras generaciones su lectura y estudio, aunque reconozco los riesgos que representa por su posible mal interpretación, más aún cuando nos enfrentamos a desafíos culturales que nos pueden radicalizar. Pero hoy en día, ¿qué más da? Si ya nos encontramos envueltos en cantos de sirenas de pelo largo.
Pronostico dos posibles escenarios de su lectura:

Primero, el positivo. Entender que las palabras, tanto si son declaradas como plasmadas en un texto, tienen el mismo peligro y riesgo que las acciones ejecutadas. Hay que aprender a detectar, reconocer y localizar focos incendiarios disfrazados de hábiles discursos o párrafos que se sustentan en la desesperación ajena, hambrienta de responsabilizar a alguien.

Segundo, el negativo. No comprender. Todo tiene un contexto y circunstancias que se deben conocer y entender... y por último aprender. No podemos dejarnos seducir por simples frases elocuentes, ensalzadas con tonos elevados y que buscan aprovecharse de nuestra sensibilidad para programarnos hacia un camino donde el rencor es la energía que ayuda a continuar.

Es en momentos de crisis social, cuando la locura viaja por el aire, contagia la masas y nos empuja a la confrontación fratricida. Tengamos los ojos abiertos

Por cierto, si alguien se ha asustado con el icono que precede a este post, indicarle que se trata de una sauvástica. La cruz gamada con sus puntas girando hacia la izquierda, en el sentido contrario a la simbología extremista... como este artículo.